A partir de la relectura del famoso cuento de Jorge Luis Borges “Las ruinas circulares”, el compositor, percusionista y pintor peruano, Manongo Mujica, retoma algunas de sus grandes obsesiones:
El desierto de la costa peruana y las ceremonias prehispánicas que allí se encuentran. Durante años, las impresiones de estos lugares han generado una estética muy personal, derivada de la comprensión del desierto como un espacio de escucha interior, y de los centros ceremoniales o huacas, como la representación de un misterio.